La culpa es una emoción que experimentamos todas las personas pero, debido a la socialización de género, las mujeres la sienten con más intensidad cuando no cumplen con el papel que "se espera de ellas".
La culpa condiciona lo que hacemos, pensamos y sentimos sobre nosotros y nosotras mismas.
Como ejemplo de cómo interfiere la culpa en el día a día de las mujeres, se transcribe el texto de Irantzu Valera, extraído del libro "La Psicoterapia de Equidad Feminista" de la Asociación de Mujeres para la Salud:
Me siento
culpable
“Por
no tener hijos. Por ser una egoísta que sólo piensa en sí misma, y no es capaz
de ocuparse del cuidado de otras personas. Por tener envidia de las que sí los
tiene.
Por
tener hijos. Por no dedicarles el tiempo que necesitan y dejarles con otras
personas y a veces tener ganas de salir corriendo y a veces darle de cenar
tarde, comida precocinada. Por tener envidia de las que no los tienen.
Por
tener pareja. Por fantasear de cómo sería encontrar a alguien que me despertara
verdadera pasión, y no este calorcito rico que a veces me recuerda a unos
calcetines gordos. Por tener envidia de las que son libres.
Por
no tener pareja. Por no haber encontrado a alguien que me quiera lo suficiente
como para que el calorcito que sigue a la pasión inicial me baste. Por no haber
querido lo suficiente a quienes se han atrevido a quererme. Por tener envidia
de las que tienen con quien pasar las tardes de los domingos.
Por
tener trabajo. Por ganar dinero con el ejercicio rutinario de mi mediocridad
discutiblemente útil. Por gastármelo en cosas que no necesito. Por no ahorrarlo
para cuando lo necesite. Por no compartirlo.
Por
no tener trabajo. Por haber decepcionado a quienes pensaron que iba a ser algo
en la vida. Por vivir del cuento. Porque –a veces- me importa mucho. Por no
poder pagarme las copas.
Por
follar. Por no follar. Por desear a quien no debo. Por no desear a quien debo.
Por desear a quien me desea. Por no desear a quien me desea.
Por
ir al gimnasio. Por no ir. Por comer mal. Por comer mucho. Por comer poco.
Por
decir lo que pienso. Por no decir lo que siento.
Me
siento culpable por ser como soy, y por no ser como esperaban que fuera. Porque
no soy como creen. Y porque no soy como quisieran que fuera.
Me
siento culpable por sentirme culpable.
Y
veo mujeres sin culpa, sentirse culpables por lo mismo que yo. Y por lo
contrario.
Y
me pregunto si no será, la culpa, una estrategia para que nunca estemos
contentas, para que nos dejemos culpar de lo que sea , para que encontremos
siempre una excusa para agachar la cabeza.
Y
me siento culpable por preguntármelo”.